Échame la culpa

La culpa, además de una canción de Astrud, es un sentimiento que viene a menudo de regalo con el pack maternidad y que si bien normalmente no resulta invalidante, puede llevarte a tomar decisiones no muy acertadas desde el punto de vista de la crianza y de la vida.

Las mujeres llevamos un lastre gigante histórico y cultural con esto de la culpa. Porque la maternidad ha supuesto durante muchísimos años una renuncia total al derecho a elegir y a disfrutar entre muchos otros y normalmente, sin rechistar.

Las «buenas madres» vivían por y para su familia, mujeres sacrificadas, de las de antes, de las de Marc Giró, que acababan regular de la cabeza y que en la mayoría de los casos estaban muy lejos de ser felices, pero claro, si se te ocurría quejarte o hacer otra cosa…

Con estos antecedentes, tan recientes además, es dificilísimo sentirse libre en la toma de decisiones.

La culpa me acompañó al concierto de Mercromina 12 días después de dar a luz. Me ausenté 2,5 horas de casa y V se quedó con su padre pero qué sentimientos más raros tuve ese día. Fue la primera vez que entendí un poco por qué muchas mujeres dejan de tener vida social adulta cuando son mamás. Aún así, en mi caso sólo sirvió para reafirmarme en mi necesidad de ser muchas otras cosas un rato de vez en cuando y no la mamá de V forever.

Qué os voy a contar del día que me incorporé a trabajar. Ya os hablé de ello en el post correspondiente. La posibilidad de pedir una excedencia para no dejarla tan pequeñita en manos extrañas se hacía bastante inviable por motivos económicos y profesionales pero con algo de esfuerzo y renuncia habría sido posible, claro. Pero es que yo muchos días estaba deseando volver al trabajo, esa es la verdad y aún siendo algo completamente comprensible me costaba decirlo en voz alta si no estaba entre colegas.

Luego están esas situaciones en las que el motivo de la culpa es mucho más identificable: cuando se te cae de la cama con 8 meses (socorro), cuando se te olvida darle el tratamiento y tiene un brote de dermatitis que lo flipas, cuando se hace daño y lo estabas viendo venir desde hace un rato, cuando se te olvida ponerle el almuerzo o pagarle la excursión a la granja en plazo, cuando te está contando algo super guay pero tú no dejas de pensar que tienes que comprar papel higiénico, cuando no le haces mucho caso porque estás con tus amiguis o cuando no les haces mucho caso a tus amiguis porque estás con la hija.

Aquí es más difícil relativizar y depende de lo dura que seas contigo misma. Yo intento tratarme bien pero en ocasiones me cuesta dejar de darle vueltas si he sido negligente.

La cosa es que la próxima vez que te sientas culpable con tu maternidad trata de identificar cuánta culpa tienes tú realmente y cuánta tiene el patriarcado. Y aunque haya mucho de lo primero, relativiza las consecuencias y no te machaques, que todo ese rato lo puedes invertir en otra cosa.

¡Sed libres y felices!