Antes de nacer V, yo iba de concierto casi cada semana y durante el embarazo, seguí haciéndolo a menudo cuando la situación lo permitía; incluso estuvimos en 3 festivales en varias fases de mi panza, muy de tranqui todo, entendedme, pero puede que sea la cosa que más me gusta hacer y a la que ni de coña voy a renunciar por la maternidad.
Cuando V contaba con 20 días de vida, me fui a ver a Mercromina. Me costó horrores salir de casa como imaginareis, pero me compré la entrada 4 meses antes por eso mismo, para obligarme un poco y recordarme, que aunque la maternidad es una cosa muy molona, ir a la Joy a escuchar en directo a uno de mis grupos favoritos, puede ser igual de maravilloso (y a veces, necesario).
Pero aún sabiendo que la teoría dice que es bueno para mí salir sin ella de vez en cuando, y que confirmo que en la práctica es bastante así, me cuesta infiniiiiiito dejarla. Es una de esas cosas que antes de ser madre no entendía muy bien que les pasara a otros padres. «Tan difícil no será», pensaba, hasta que me ha tocado a mí. Y eso que la mayoría de las veces, la he dejado con su padre, que con quién va a estar mejor, pues con nadie, pero llego al metro y empiezo a pensar que lo mismo se pone a llorar y no hay tetita para calmarla, que se me ha olvidado decirle que ha comido carne en la escuela y que es mejor que cene pescado y un sin fin de chorradas que me da hasta vergüenza enumerar.
Es verdad que yo tuve que dejar a V con 4 meses y medio en la guardería, porque me tenía que incorporar a trabajar. Era pequeñísima y fue muy duro, pero no había opciones, era algo que teníamos que hacer y lo llevamos como pudimos. Y aún así, o tal vez por eso, cuando la separación es elegida, me preocupo, la echo de menos y a veces, me siento algo culpable.
La cosa es que me voy este fin de semana a Londres con mi hermana. Sólo voy a pasar la noche del sábado fuera, pero es la primera vez que me separo tantas horas de V y me entra algún mal que otro cuando lo pienso. Por un lado, estoy emocionada, me voy a hacer algo que nunca imaginé que se me fuera a lograr (ir a la convención de Star Wars ^_^ y con mi sista!) pero entre unas cosas y otras, parto nerviosa.
V sigue tomando pecho a las 16 h y después de cenar (y si se despierta por la noche). Ahora que vamos a la pisci desde la escuela directamente, se le olvida por completo y sólo mama para irse a dormir, pero ahí le tengo que dar si o sí, porque aquello empieza a molestar-doler bastante. Así que en la maletilla, junto a mi disfraz de Rey, va el extractor de leche, ese desagradable gadget del que creí haberme despedido para siempre. Y es que, claro, la alternativa a sacarme leche en el hotel antes de ir a la convención, es pasarme el día incomodísima y con miedo de llevar sendos manchurrones cuando me haga la foto con Carrie Fisher XDD
Los otros miedos son los de siempre: que me eche mucho de menos, echarla mucho de menos, que me necesite y no estar a su lado, yo qué sé. A veces se cae al suelo, se hace daño y solo quiere ir con su padre, pero otras veces, únicamente encuentra consuelo conmigo.
Pero bueno, supongo que es la vida, sin más, así que intentaré disfrutarlo todo mucho.
Que la fuerza os acompañe!